Capítulo 3
Las últimas dos semanas fueron de locos pero me sorprendió mucho más el estado de nervios de las últimas 24 horas previas a mi salida. Era incapaz de montar la tienda de campaña en el jardín, me quedaba mirándola como si efectivamente fuera una cabra (yo, no la tienda); poner el soporte del GPS con dos simples bridas al manillar me llevó casi media hora; no soy ingeniero pero cualquier otro día ni lo pienso y son 20 segundos…
Por fin me despido de todo el mundo y empiezo a incumplir lo que me había prometido de no pasar de 120 para conservar la mecánica: llego tarde al notario a Madrid y debo ir todo el rato a 140. Tras hacer noche en Madrid y salir de cañitas con los amigos, empiezo por la mañana ya a ritmo más tranquilo y por puertos de montaña y carreteras comarcales hacia el ferry de Algeciras a Tanger.
Nos echamos unas risas anoche: mis amigos no se ponen de acuerdo en si conseguiré cruzar el estrecho o no pero todos absolutamente coinciden en que “ojalá me la endiñe un ciudadano africano de color de dos metros” (seamos políticamente correctos por una vez, que estamos empezando, a partir de ahora llamaremos a las cosas por su nombre).
Llego a las primeras playas de Cádiz tras diez horas de curvas; no puedo reprimirme y me pego un baño en pelotas y tiro esta preciosa foto de la Africa Twin mirando ya al continente que la bautizó. Tampoco reprimo las ganas de meterme en la arena con la moto y hago el primer ridículo del viaje quedándome atrapado. Dos pescadores se parten de risa viéndome desmontar media moto para quitar el peso y poder tirarla de lado y desenterrar la rueda trasera (lo he visto en la tele, del París-Dakar). Lo que no saben es que esta sudada me sirve de entrenamiento para cruzar el desierto y todo el continente y me gusta haberles alegrado la tarde. Todo depende del humor con que se mire. Y evidentemente yo estoy cansado pero de muuuy buen humor.
Isabel tiene la bondad de acogerme y llevarme a tomar pescaíto por ahí. Me propongo montar la tienda en su jardín por no llegar virgen al continente africano pero los aspersores están regando y no es plan. Espero saber montar la puñetera tienda el día que toque de verdad.